Materiales de regeneración ósea

Investigadores del Centre for Rapid and Sustainable Product Development del Instituto Politécnico
 de Leiria (Portugal) han llevado a cabo un experimento de difracción en la línea de luz NCD de ALBA 
para analizar la morfología de un nuevo material y probar su nivel de deformación en condiciones
 reales. El resultado de esta investigación puede tener un gran impacto en el tratamiento de las fracturas
 y lesiones óseas.
La ingeniería de tejidos, que se encarga de crear sustitutos biológicos para restaurar
 funciones de nuestro organismo que se han perdido o deteriorado, está adquiriendo una 
gran importancia en la sociedad actual. El progresivo envejecimiento de la población y
 la búsqueda de tratamientos menos invasivos sitúan a la ingeniería de tejidos como
 una de las técnicas más prometedoras para el bienestar humano. No obstante, los
 biomateriales son todavía difíciles de fabricar y, para ello, es necesario realizar más
 investigación en el campo de la medicina regenerativa.
Un grupo de investigadores del Centre for Rapid and Sustainable Product Development 
del Instituto Politécnico de Leiria (Portugal), liderados por Geoffrey Mitchell, han
 creado una estructura 3D biodegradable que, una vez implantada donde hay una fractura
 o lesión ósea, ayuda a reparar el hueso. Este trabajo está financiado por la Fundación
 Portuguesa para la Ciencia y la tecnología a través del proyecto estratégico 
PEST-OE/EME/UI4044/2011.
Esta estructura tridimensional actúa como un andamio proporcionando a las
 células un lugar donde regenerarse y, desapareciendo de manera gradual,
 quedando absorbido por el nuevo tejido. Este andamio (scaffold, en inglés)
 está hecho a base de un polímero tan poroso y resistente como los huesos, 
imitando al máximo sus características.
Los investigadores han utilizado la luz sincrotrón de la línea NCD del Sincrotrón ALBA
 (dedicada a la difracción no cristalina) para examinar la morfología del polímero utilizado.
 "El éxito de este material recae en su estructura. Por ese motivo es tan importante conocer
 al detalle la composición química y la arquitectura física de la matriz tridimensional que
 hemos desarrollado", informa Geoffrey Mitchell, investigador principal del experimento. 
Al mismo tiempo que recolectaban estos datos, los investigadores también han probado
 la resistencia mecánica del material, utilizando un tensiómetro, para controlar los cambios
 estructurales en la morfología del polímero al aplicar deformaciones, tal y como si el material
 se estuviera utilizando en condiciones reales.

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